“Mas yo he rogado por ti que tu fe no falte: y tú, una vez vuelto, confirma á tus hermanos” (Lucas 22:32).
Qué cosa para Jesús decir—Él ha orado por usted. Me recuerda que Jesús está sentado a la diestra del Padre, ahora mismo, intercediendo por usted.
¿Es la fe suficiente? Esa es una pregunta difícil. Ahora comprende que no estoy minimizando la fe ni disminuyendo el poder de la fe. La fe es necesaria. Sin fe no hay manera de que podamos ser salvos. “…sin fe es imposible agradar á Dios; porque es menester que el que á Dios se allega, crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11:6).
La fe es necesaria. Pero pregunté:
“¿Es suficiente la fe?” Miremos lo que dijo Jacobo (Santiago), el primer Supervisor General, “14 Hermanos míos, ¿qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? 15 Y si el hermano ó la hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, 16 Y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y hartaos; pero no les diereis las cosas que son necesarias para el cuerpo: ¿qué aprovechará? 17 Así también la fe, si no tuviere obras, es muerta en sí misma. 18 Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras: muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras” (Santiago 2:14-18).
¿Es la fe suficiente? Santiago dice de qué sirve la fe si no tiene obras que la respalde. ¿Puede la fe salvarle? Por mucho que aprecio mi fe, debe haber más. Debemos estar dispuestos a rendirnos y hacer algo con respecto a nuestra fe. La fe por sí sola no hará el trabajo.
Judas dijo que debemos contender “…eficazmente por la fe…” (Versículo 3). Sinónimos de la palabra “contender” son pelear, luchar y batallar. La palabra contender es un verbo, una palabra de acción. Si vamos a luchar por la fe, entonces tendremos que actuar. Podemos decirle “Amén” al predicador todo el día, pero la fe es más que asentir con la cabeza, debemos contender por la fe. Vamos a tener que levantarnos y movernos. La fe por la que luchamos requerirá trabajo. No importa de dónde venimos en el mundo, debemos estar dispuestos a levantarnos y luchar por la fe “…que ha sido una vez dada á los santos” (Judas 3). Una vez más, nuestra fe no debe fallar; debemos luchar por ella. Debemos estar dispuestos a levantarnos y ser contados como uno de los suyos.
Marcos dio este relato lleno de fe en el capítulo cinco:
“25 Y una mujer que estaba con flujo de sangre doce años hacía, 26 Y había sufrido mucho de muchos médicos, y había gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor, 27 Como oyó hablar de Jesús, llegó por detrás entre la compañía, y tocó su vestido. 28 Porque decía: Si tocare tan solamente su vestido, seré salva. 29 Y luego la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote. 30 Y luego Jesús, conociendo en sí mismo la virtud que había salido de él, volviéndose á la compañía, dijo: ¿Quién ha tocado mis vestidos? 31 Y le dijeron sus discípulos: Ves que la multitud te aprieta, y dices: ¿Quién me ha tocado?” (Versículos 25-31).
Esta mujer gastó todo su dinero y empeoró. Jesús preguntó: “¿Quién me ha tocado?” Esta mujer de la Biblia salió adelante. Estaba enferma, probablemente frágil. Había gastado todo su dinero y probablemente estaba desanimada. Puede ser que hoy esté pobre, enfermo y desanimado, pero Jesús conoce su fe.
Esta mujer sabía que, si podía llegar a Él, podría ser sanada. Jesús dijo: “tu fe te ha hecho salva.” Ella no se quedó al margen diciendo: “Dios, tengo fe. Ven a sanarme. Oh Señor, creo en Ti.” Tengo una imagen de esta mujer abriéndose paso entre la multitud para tocar el borde de Su manto.
Debemos levantarnos de donde estamos y superar todo lo que el enemigo nos haya puesto delante. Su fe no durará si no sigue adelante. Tenemos que llegar a donde está Jesús. Habrá obstáculos, personas, que se interpondrán en nuestro camino. Ya no podemos quedarnos al margen y esperar recibir.
Si tengo que arrastrarme, entonces me arrodillaré para llegar a Jesús. Si eso significa tener que escalar, encontraré el camino para cruzar ese muro hacia Jesús. Si eso significa que voy a tener que luchar, voy a luchar a través de mis circunstancias para llegar a Jesús. No voy a dejar pasar a mi Sanador, Salvador, Libertador, Intercesor sin obtener de Él lo que necesito. Su fe no durará si no sigue adelante. Jesús dijo: “He rogado por ti.” Luego dijo: “Que tu fe no falte.” El tiempo no es un factor para Dios. Inmediatamente el cuerpo de la mujer fue sanado. Ella no se quedó sentada. Puede que estés pasando por un año difícil, pero conozco a un hombre que puede encargarse de ello. Pero será necesario que hagas algo de esfuerzo para llegar a Él.
Básicamente Santiago dice: “Muéstrame tus obras y yo te mostraré las mías por mi fe.” Creo que debemos contender, luchar y proteger la fe para llegar a donde está Jesús.
Daniel era un hombre de fe. Su fe no falló. Daniel no se resistió cuando lo llevaron al foso de los leones. “El Dios mío envió su ángel, el cual cerró la boca de los leones, para que no me hiciesen mal: porque delante de él se halló en mí justicia: y aun delante de ti, oh rey, yo no he hecho lo que no debiese” (Daniel 6:22). ¡Qué hombre de fe! Su fe no comenzó cuando se firmó la proclamación. “Y Daniel, cuando supo que la escritura estaba firmada, entróse en su casa, y abiertas las ventanas de su cámara que estaban hacia Jerusalem, hincábase de rodillas tres veces al día, y oraba, y confesaba delante de su Dios, como lo solía hacer antes” (Daniel 6:10). Daniel se estaba preparando ante el foso de los leones.
Si quiere que su fe no falle, tiene que prepararse ahora. Daniel abrió sus ventanas para orar. No se escondió debajo de una manta, oró como siempre lo había hecho—tres veces al día. No se trata de si contenderemos por la fe, sino de cuándo.
No era muy bueno en la escuela. Odiaba estudiar. Iba a la escuela, escuchaba y sobrevivía. Nunca estudié hasta que llegó el momento de un examen, luego estudié muy duro. Mi mamá me gritaba a medianoche. Eso no funciona con Dios. Él quiere que nos preparemos ahora para lo que viene: “Que tu fe no te falte.”
Piense en la palabra ejercicio. Para mantenernos sanos físicamente debemos hacer ejercicio diariamente, no una vez al año. Lo mismo ocurre en lo espiritual, debo ejercitar mi fe diariamente. Debemos dedicar tiempo, al igual que Daniel. Cuando vino la persecución, cuando estuvo frente a los leones, pudo prevalecer porque hacía ejercicio diariamente. ¡¡¡Tómate el tiempo ahora!!! Ejercita tu fe ahora.
Lo último que quiero hacer es salir de mi zona de confort, pero a veces eso es lo que se necesita para ejercitar nuestra fe. Puede significar darle a Dios algo de tiempo extra. Puede ser hablar con alguien cuando no tienes ganas o cuando no sientes que tienes tiempo. Puede significar dar dinero extra a las misiones o ayunar una comida para nuestros misioneros en el campo. Todo lo que Él te pida, hazlo, ejercita tu fe. No podemos quedarnos al margen; No podemos tener fe y no hacer nada con ella. Si lo hacemos, al final fracasaremos.
Si vamos a contender por la fe, ya no podemos ser cristianos que siempre están al margen o sentados. No podemos decir que tenemos fe y no hacer nada. Si vivimos así, fracasaremos. Satanás desea zarandearnos como trigo (Lucas 22:31), quiere que fracasemos, nos rindamos, nos demos la vuelta. Por favor recuerda, Jesús oró por ti. Él está intercediendo por ti para que tu fe no falte. Él quiere que hagas tu parte; esa es tu responsabilidad. ¿No estás agradecido por la fe? Yo estoy agradecido.