Y andando Jesús junto á la mar de Galilea, vió á dos hermanos, Simón, que es llamado Pedro, y Andrés su hermano, que echaban la red en la mar; porque eran pescadores. Y díceles: Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres. Ellos entonces, dejando luego las redes, le siguieron. Y pasando de allí vió otros dos hermanos, Jacobo, hijo de Zebedeo, y Juan su hermano, en el barco con Zebedeo, su padre, que remendaban sus redes; y los llamó. Y ellos, dejando luego el barco y á su padre, le siguieron.
Mateo 4:18-22 (RVA)
Lucas entra en más detalles acerca de este llamado en Lucas 5:4-11 .
Y como cesó de hablar, dijo a Simón: Tira a alta mar, y echad vuestras redes para pescar. Y respondiendo Simón, le dijo: Maestro, habiendo trabajado toda la noche, nada hemos tomado; mas en tu palabra echaré la red. Y habiéndolo hecho, encerraron gran multitud de pescado, que su red se rompía. E hicieron señas a los compañeros que estaban en el otro barco, que viniesen a ayudarles; y vinieron, y llenaron ambos barcos, de tal manera que se anegaban. Lo cual viendo Simón Pedro, se derribó de rodillas a Jesús, diciendo: Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador. Porque temor le había rodeado, y a todos los que estaban con él, de la presa de los peces que habían tomado; Y asimismo a Jacobo y a Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Y Jesús dijo a Simón: No temas: desde ahora pescarás hombres. Y como llegaron a tierra los barcos, dejándolo todo, le siguieron.
Hay varias lecciones en estos pasajes de las Escrituras pero sólo cubriremos unos cuantos de ellos en nuestro tiempo juntos hoy.
Primero, Cristo le dijo a Simón Pedro en Lucas 5:4, “...Tira á alta mar, y echad vuestras redes para pescar.” Es importante entender que antes de iniciar cualquier “pesca de hombres”, debemos tener a Cristo a nuestro lado y debemos seguir sus instrucciones. Debemos “lanzarnos a lo profundo.” Tener una experiencia superficial o tibia con Cristo sólo producirá resultados poco profundos, si es que hay algunos. También debemos ir esperando ver resultados espectaculares (...echad vuestras redes para pescar). También se implica que no tenemos que ir con ideas preconcebidas de qué tipo de “pez” va a terminar en nuestra red. Sólo Dios sabe la condición espiritual del corazón de una persona, y sólo Él envía el Espíritu de convicción a esa persona. No seamos culpables de frustrar al Espíritu Santo al intentar “escoger” quién será o no será un buen candidato cristiano. Aceptemos a todos los que Dios ha puesto en la red.
En segundo lugar, si queremos hacer grandes cosas para Cristo, debemos estar espiritualmente preparados para ir a donde y cuando Cristo nos dice que debemos ir. Simon ofreció la siguiente excusa: “Maestro, hemos trabajado toda la noche, y no hemos atrapado nada:” No hay duda de que Simón Pedro estaba cansado y había dado su mejor esfuerzo en tratar de atrapar una buena pesca esa noche. También sin duda conocía muy bien su campo de trabajo, el Mar de Galilea. No es esa la forma que es con nosotros a veces? Creemos que damos nuestro mejor esfuerzo (tratando de hacerlo por nuestra cuenta, dejando a Cristo fuera de la escena), y luego nos preguntamos por qué no vemos resultados. Afortunadamente, Simon no se detuvo allí, pero fue un poco más allá en su declaración, “mas en tu palabra echaré la red.” Cuando Cristo entra en escena, no importa lo cansado que estemos, no importa cuán familiarizados pensamos que estamos con la zona estamos tratando de ganar a Cristo, si somos obedientes a su mandato, seguramente veremos resultados espectaculares. ¡Alabado sea el Señor!
Veamos algunos de estos espectaculares resultados como se registra en la Escritura:
En el segundo capítulo de los Hechos, en el día del Pentecostés, después del derramamiento del Espíritu Santo, el Apóstol Pedro predicó un poderoso mensaje que dio lugar a 3,000 almas que se añadieran a la Iglesia de Dios. No se detuvo allí. El versículo 47 nos dice que “... el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.”
En el tercer y cuarto capítulos de Hechos vemos que Pedro y Juan proclamaron al hombre cojo en la puerta llamada la Hermosa, “...en el nombre de Jesús de Nazaret, levántate y anda.” (Hechos 3:6). De nuevo Pedro predicó otro mensaje poderoso y “Mas muchos de los que habían oído la palabra, creyeron; y fué el número de los varones como cinco mil.” (Hechos 4:4).
Hechos 5:12-16 nos dice “Y por las manos de los apóstoles eran hechos muchos milagros y prodigios en el pueblo; los que creían en el Señor se aumentaban más, gran número así de hombres como de mujeres; Tanto que echaban los enfermos por las calles, y los ponían en camas y en lechos, para que viniendo Pedro, á lo menos su sombra tocase a alguno de ellos. Y aun de las ciudades vecinas concurría multitud á Jerusalén, trayendo enfermos y atormentados de espíritus inmundos; los cuales todos eran sanados.”
Por supuesto que no podemos omitir el evento espectacular registrado en el décimo capítulo de los Hechos con el derramamiento del Espíritu Santo sobre los gentiles. Esto abrió la puerta de la oportunidad para todos nosotros de participar de las bendiciones maravillosas proporcionadas por la sangre de Jesucristo!
Podríamos seguir y seguir de los muchos eventos espectaculares registrados en la Escritura de la maravillosa gracia de Dios que está disponible para toda la humanidad. Santos, este mismo poder está hoy con nosotros si tan solo lo ejercemos como Pedro y el resto de los apóstoles hicieron en su día. No permita que Satanás nos derrote con la mentira de que la potencia registrada en la Escritura era sólo para el día de los Apóstoles. Es tan poderoso hoy como lo fue siempre - todo lo que tenemos que hacer es “Lanzarnos a lo profundo adentro, y echad vuestras redes para pescar.”
Vamos a ser “pescadores de hombres!”
Publicado originalmente en los números de mayo y junio de 2013 de Levántate Resplandece.