Porque si absolutamente callares en este tiempo, respiro y libertación tendrán los Judíos de otra parte; mas tú y la casa de tu padre pereceréis. ¿Y quién sabe si para esta hora te han hecho llegaral reino?
Ester 4:14 (KJV)
No es ningún secreto que están sucediendo muchas cosas en el mundo, mucho caos, incertidumbre, ira, etc. De todo lo que está sucediendo en el mundo, sabemos que Dios es la respuesta. Pero, aunque lo sepamos, lidiamos y luchamos con diferentes aspectos de nuestras vidas.
Podemos sentirnos solos a veces; especialmente ahora cuando no podemos tener nuestros servicios y pero seguimos con nuestras rutinas diarias. Estamos acostumbrados a entrar y salir de la tienda y encontrar lo que necesitamos a precios que podemos pagar, pero ese ya no es el caso. Ahora tenemos que cubrirnos la cara y caminar por los pasillos con precaución. Ni siquiera podemos hacer línea como solíamos hacerlo. Al cubrirnos nuestras caras, sentimos que no podemos respirar mientras caminamos por las tiendas y / u otros lugares a los que tenemos que ir. En general, nos preocupamos pensando en nuestros trabajos y la educación de nuestros hijos. Escuchamos y conocemos de personas que sufren y mueren. También vemos ha personas descuidadas que no tienen ninguna preocupación por los demás. Muchos de nosotros no pudimos asistir a nuestras convenciones o avivamientos anuales. Y parece que cuando la gente más nos necesita, no podemos estar allí para darles la bienvenida. Estamos limitados en nuestros alrededores.
Ahora, no estoy escribiendo esto con el fin de sentirnos mal por la situación actual en la que vivimos (y sé que es peor para algunas personas). Sin embargo, quiero recordarnos a qué nos enfrentamos. A través de todo esto, he sentido la necesidad de ir a mi iglesia local y abrazar a mis hermanas. He sentido la necesidad de adorar juntos y sentir la libertad como nunca antes. He sentido la necesidad de entrar al edificio de la iglesia y abrir las puertas y sentir el aire a mi alrededor; para poder decirles a todos que están invitados a entrar. Pero este momento, no puedo hacerlo.
Para continuar, esto no es todo lo que enfrentaremos. Aun en estos momentos, vemos personas que se aprovechan de las escrituras para beneficiarse. Vemos personas que fingen preocuparse y ser mejores que Ella (la Iglesia) cuando sabemos que no es una competencia. Nos sentimos decepcionados por quienes nos rodean. Sabemos que toman decisiones sin poner a Dios primero. Somos rápidos para juzgar en lugar de orar. Queremos saberlo todo, solo para hacer suposiciones. Hacemos caso a la voz del enemigo con demasiada frecuencia. Debemos darnos cuenta de que nosotros también somos culpables.
¡Hablamos de lo grandiosa que es La Iglesia de Dios! ¿Pero por qué está cubierta? ¿Por qué nos sentimos derrotados? ¿Por qué sentimos que no podemos seguir? Teníamos lo que queríamos como lo queríamos. Sabiendo que no era suficiente, oramos por un cambio y orábamos por la gloria como en la Iglesia Primitiva. Sabemos que cuando esas oraciones fueran contestadas, los tiempos cambiarán. Nuestros deseos y nuestras comodidades tienen que ser eliminadas para que podamos salir de esa zona. Nos paramos en nuestras zonas de comodidad como si estuviéramos destinados a permanecer allí, inmovibles. ¿Por qué no podemos pararnos y levantar nuestras voces y decir quién es Ella? ¿Por qué no podemos ver su verdadera belleza? ¿Dónde está su fundación? La rodeamos, pero no podemos encontrarla. Sí, ella no tiene riquezas y es pequeña en número. Ella ha sido lastimada y ha sido quebrantada, ¡pero aún se mantiene en pie! Y, ella siempre lo hará. Sin embargo, siente el peso de todos aquellos que no darán todo por ser parte de ella. Durante estos tiempos difíciles, ¿dónde está Ella? ¿Debemos preguntarnos a nosotros mismos? ¿Sabemos?
Debemos aprovechar cada oportunidad para ser la Iglesia y considerarlo un privilegio ser expulsados de nuestras zonas de comodidad. Adán y Eva vieron esa luz en la oscuridad. La sangre del justo Abel clamo incluso después de la muerte. Noe buscó un pueblo justo. Abraham buscaba una ciudad con fundamentos, el artífice y hacedor de la cual es Dios. José pudo superar todas las pruebas sabiendo que el propósito de Dios lo era para bien. Moisés buscó la tierra prometida. Los apóstoles predicaron el mensaje mientras esperaban el regreso de Cristo. Pedro reconoció al Cristo, el Hijo del Dios viviente. Esteban, en su último aliento, miró hacia los cielos y vio a Cristo de pie. Pablo fue un siervo aquel el cual primero persiguió. Juan vio el final de los tiempos. Cristo vio en los doce: La Iglesia de Dios. Cristo miró a la muerte a la cara y la derrotó. Cristo enfrentó al enemigo y lo conquistó. Miró al mundo y lo amó. Y Él todavía está mirando a Su Iglesia y sabe quién es ella.
Me gustaría afirmarle que este es el momento para estar firmes. Este es el momento de estar apercibidos. Este es el momento de ser maduros. Este es el momento de no tener miedo. Y defender lo que crees; para cumplir las escrituras cuando hablan de la Gran Iglesia de Dios. Es hora de que nos enfrentemos a nuestro mayor enemigo. Es hora de que ganemos nuestra propia batalla, la batalla dentro de nosotros mismos. ¡Debemos cambiar! ¡Debemos orar como nunca antes! Debemos estar llenos de ese aceite. Debemos estar en fuego. Debemos trabajar en esas pequeñas cosas que nos impiden brillar. Debemos ser salvos, santificados, llenos del Espíritu Santo y con una revelación más profunda de la Iglesia. Debemos estar de pie y trabajar. No esperes tu voluntad, sino la voluntad de Dios. No en números o logros que otros puedan ver, sino en resultados en este mundo agonizante. ¡Debemos estar de pie y firmes! No podemos dudar. No hagan esto para que otros vean o puedan publicar números en las redes sociales. ¡Háganlo porque aman a Dios y a La Iglesia y porque todavía creen en Su plan!
Entonces dijo Mardochêo que respondiesen á Esther: No pienses en tu alma, que escaparás en la casa del rey más que todos los Judíos:Porque si absolutamente callares en este tiempo, respiro y libertación tendrán los Judíos de otra parte; mas tú y la casa de tu padre pereceréis. ¿Y quién sabe si para esta hora te han hecho llegaral reino?Ve, y junta á todos los Judíos que se hallan en Susán, y ayunad por mí, y no comáis ni bebáis en tres días, noche ni día: yo también con mis doncellas ayunaré igualmente, y así entraré al rey, aunque no sea conforme á la ley; y si perezco, que perezca.
Ester 4:13-14, 16 (KJV)
¡Esther tenía que tomar una decisión y nosotros también! ¡Elegirás arriesgarte y defender a la Iglesia en un momento como este! Estamos separados, pero ciertamente seguimos siendo la Esposa. Luchamos, pero no tememos. Peleamos la Batalla, pero sabemos que la victoria es nuestra. No somos muchos, pero debemos ser un ejército lleno de Su Espíritu.
Sé que esta es una oportunidad para muchos de nosotros para Ser la Iglesia; Una oportunidad para crecer personalmente. No podremos pararnos delante de Dios y decir que no tuvimos el tiempo ni la oportunidad.
El tiempo es ahora. Al igual que Esther luchó contra todos los pronósticos, nosotros también podemos. Ella oró y prevaleció. Ella puso a Dios primero. Ella estaba destinada a estar allí para ese momento y esa batalla. Usted y yo estamos destinados a ganar esta batalla y ser esa gente inquebrantable e incontenible. Debemos estar determinados, y si perezco, perezco.
Seamos La Iglesia de Dios para un tiempo como este!