“Antes hiero mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre; no sea que, habiendo predicado á otros, yo mismo venga á ser reprobado” (1 Corintios 9:27).
No puedo tomar a mi hombre interior, a mi hombre espiritual para que usted lo pueda mirar. Por lo tanto, usted sólo puede decir algo de mi vida espiritual por la manera que yo me comporto.
“Porque si viviereis conforme á la carne, moriréis; mas si por el espíritu mortificáis las obras de la carne, viviréis” (Romanos 8:13).
Suponga que el domingo por la mañana la carne asume control y tengo un pequeño dolor de cabeza, y decido quedarme en casa y no asistir a la Escuela Dominical y devocional de la mañana. Más tarde, yo tengo la fuerza para mirar el juego de pelota, pero el domingo por la noche mi cabeza todavía me duele así que no voy al servicio otra vez. El lunes, me levanto tarde para el trabajo, así que dejo mi lectura bíblica y tiempo de oración hasta después del trabajo. Cuando termina el trabajo, llego a casa muy tarde y estoy tan cansado que me acuesto. ¿Qué le está pasando al hombre espiritual? ¿Recuerde Romanos 8:13? “Porque si viviereis conforme á la carne, moriréis...”
Para que yo pueda perder 30-40 libras de este cuerpo natural, primero debo tener el deseo de dejar el chocolate, retroceder de la mesa y comer más saludable. No puedes ver cuán espiritualmente saludable o cuán débil puede estar mi hombre interior. Y yo no puedo ver el suyo. Pero Dios, el ojo que todo lo ve, si lo puede. Dios ve lo que ponemos en nuestro hombre espiritual. Dios sabe si lo estamos poniendo bajo sujeción o no. Él sabe las noches que no podemos dormir. Él sabe lo que estoy haciendo a la medianoche.
“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia: porque ellos serán harto” (Mateo 5:6). ¿Recuerda cómo lo atrajo el espíritu de convicción para venir al Señor? Yo si me acuerdo. El 16 de Noviembre han pasado ya 49 años desde que le di mi corazón al Señor. Nunca lo olvidaré. Había decidido servir al Señor. Tenía la determinación de vivir mi vida en servicio a Dios. ¿Sabe lo que tomó? “¿Que puede limpiar mi pecado? Nada más que la sangre de Jesús.” Cuando fui al altar esa noche yo estaba determinada. ¿Acaso lo está usted también? Desde el momento en que Dios borro mis pecados, comencé a tener una hambre y sed por las cosas de Dios. Tenía hambre de Dios y solo Él podía llenar esa hambre y sed. Yo fui a Dios. Necesitamos ir a Dios. Dios me guio en las Escrituras y recibí mi revelación divina de la Iglesia de Dios. Me bautizó con el Espíritu Santo y el 31 de diciembre de 1965, me uní a la iglesia. Y todavía soy miembro de esa iglesia hoy.
Cuando era niña en la escuela dominical y aprendí sobre el cielo, he querido ir a ese lugar. Recuerde Romanos 8 13. Quiero ir al cielo. Podemos gritar eso. Para ir al cielo, debemos, con la ayuda de Dios, mortificar o matar a la carne. Mis deseos, mi deseo de cosas carnales, mi voluntad, deben dejarse al lado. Debemos obtener lo que Dios tiene para nosotros. La única forma en que podemos hacerlo, es perfeccionarlo, es cuando traemos nuestros cuerpos bajo sujeción. Eso es muy difícil de decir para nosotros. Hay una canción que dice: “Puedo escuchar mi Salvador llamándome.” Está bien hasta la parte que dice: “Iré con él a través del jardín.” ¿Estoy dispuesta? “A donde me guíe, lo seguiré.” Eso es difícil de decir. Pues a menudo quiero ir hacia el otro lado. No quiero ser un náufrago o (descalificado) al final del camino.
Cuando podemos traer todas las cosas, de sí mismo, bajo sujeción a Dios, entonces, y solo entonces, podemos decir realmente: “Has tu propia voluntad, Señor; guíame por tu camino; sosteneme en tu absoluta influencia. Llena de tu espíritu hasta que todos vean solo a Cristo siempre viviendo en mí.” ¿Te está tocando el Espíritu de Dios? Eso es lo que quiero. Debemos luchar esta batalla espiritual todos los días y llevar este cuerpo bajo sujeción. Si cada individuo puede hacer esto, piense cómo será la iglesia en todo el mundo.
“Del cual, todo el cuerpo compuesto y bien ligado entre sí por todas las junturas de su alimento, que recibe según la operación, cada miembro conforme á su medida toma aumento de cuerpo edificándose en amor” (Efesios 4:16).
Estamos todos juntos en esto. Nadie sabe cómo lucho. Nadie sabe cómo lucha. Traiga todas sus debilidades y luchas al Señor. El Señor nos escuchará, si llegamos audazmente a la sala de su trono. Deja que el Señor te ayude a traer todas las cosas bajo sujeción a El.
Mensaje de Tema Predicado en la 109na Asamblea General de la Iglesia de Dios.