Reimprimido del Mensajero Ala Blanca Marzo 16, 1974
Se ha dicho una y otra vez que hay dos clases principales de ministerios de la Palabra de Dios (1) el ministerio de predicación, y (2) el ministerio de enseñanza. La Iglesia de Dios siempre ha usado los dos. Puede que más estrés se ha puesto en la predicación tiempo tras tiempo, pero nosotros hemos tenido clases de Escuela Dominical todo el tiempo, y fueron oficialmente recomendadas por la Primera Asamblea en estos últimos días (1906). Nosotros hemos tenido mucho de que aprender para hacer nuestra enseñanza efectiva, pero no tenemos vergüenza de lo que hemos logrado en el pasado.
La mayor parte de la predicación en los días postreros incluyó enseñanza. Con esto quiero decir que los ministros a fondo se profundizaron en su tema y compartieron muchas Escrituras relacionadas con su tema. Parece que ellos sintieron la necesidad de demostrar la verdad de lo que ellos predicaban. Tanto era nuevo a la gente que vino a los servicios, y los predicadores sintieron que ellos tuvieron que hacer un bueno uso de su oportunidad mientras ellos la tenían. Mi padre, A. J. Tomlinson, predicaba a veces por horas, compartiendo Escritura tras Escritura acerca de su tema. Y la gente no mostraba estar cansada o aburrida. Más a menudo, ellos deseaban más y más.
Hoy sentimos que prestamos más atención a un programa de enseñanza específico en la Iglesia. Parece que sentimos que algunas cosas son mejor enseñadas que predicadas. Debemos recordar, sin embargo, que no podemos educar a la gente en la salvación. Podemos enseñarlos sobre su necesidad de ser salvos, pero la experiencia viene sólo por el funcionamiento de la gracia de Dios en sus vidas.
Parece que la oportunidad de los alumnos de responder, o hacer preguntas, tiene alguna ventaja en el proceso de enseñanza. Creo que la mayor parte de nosotros estarán de acuerdo que esto es verdadero. Sin embargo, la unción del Espíritu Santo es tan necesario para la enseñanza eficaz al igual que para la predicación eficaz. La unción puede que funcione en un modo diferente pero es necesario que esté presente.
Los ministros son recomendados por la Iglesia, y cuando ellos son aprobados son licenciados por el presbiterio, la Iglesia espera que ellos se muestren aprobados en la Palabra y doctrina. Consideramos que ellos son llamados de Dios, y que ellos lo hace su primordial negocio el saber la verdad y el buscar la ayuda y unción de Dios en su presentación. Si el ministro está cumpliendo su vocación, y le está dando prioridad, el tratara la Palabra con gran temor y temblor. Él preferirá morir que predicar algo malo o dejar una impresión incorrecta.
Ahora que hemos hecho camino para maestros llamados por Dios para ser aprobados y certificados, sin duda ellos se sentirán del mismo modo sobre su enseñanza. Ellos querrán saber su Biblia; y ellos querrán ser a fondo familiares con la interpretación de la Asamblea de cualquier doctrina o enseñanza que puede ser enseñada diferentemente por otros. Es por estos medios que la Iglesia vendrá a la unidad de la fe. Muchos maravillosos maestros no sienten que ellos tienen un llamado especial, pero ellos rinden un valioso servicio, y no sabríamos cómo comportarnos sin su ayuda. Ellos aman a la Iglesia, y ellos saben la doctrina y son capaces de enseñar a otros. Con todos estos maestros y otros ministros que se ven ojo a ojo y hablan la misma cosa, seremos capaces de alcanzar la meta dada a nosotros en la Palabra.
El ministro que no entiende alguna Escritura en particular o doctrina no debería tratar de predicarlo de su propio modo. Igualmente, el maestro hará mejor en decir, “no sé” ahora en vez de correr el riesgo de estar equivocado. También, la reputación del maestro será perjudicada una vez que se aprenda que no está familiarizado con las enseñanzas y prácticas de La Iglesia, aunque él no haiga tenido ninguna intención de enseñar algo malo.
Realizamos que otros podrían sentir que la Iglesia debería permitir a sus ministros y maestros un poco más de independencia a lo largo de estas líneas, pero el tomar toda la Biblia correctamente dividida y prometernos a nosotros mismos fue hecho por Pacto, y esto es lo que nos hace la Iglesia de Dios. Esto no es de privar a nadie de sus libertades. Este asunto es de mantener a cada miembro y a La Iglesia en general en una fundación firme. Jesús dijo, “Y conoceréis la verdad, y la verdad os libertará” (Juan 8:32). El sostener la verdad no es privación; es liberación.
El mensaje de Iglesia es único. El maestro que enseña esta revelación divina no debe ser aturdido en su pensamiento con las opiniones de otros que tienen de la Iglesia a él se le hará muchas preguntas, y él necesitará tener respuestas listas. En la clase de la Escuela Dominical, en campamentos, retiros, o en cualquier ocasión donde la enseñanza está en orden. Debe ser parte de la preparación del instructor esperar preguntas probables, y estar listo a contestarlas claramente y positivamente. Estas eran las cosas sobre la enseñanza de Jesús que asombró a las multitudes. Al final del Sermón del monte, note la actitud de Sus oyentes.
Y fue, que como Jesús acabo estas palabras, las gentes se admiraban de su doctrina; Porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.
Mateo 7:28, 29 (RVA)
Nosotros no podemos predicar y dar clases con autoridad a menos que seamos convencidos de la verdad en nuestros propios corazones y mentes. Por lo general, suficiente estudio y oración nos darán la seguridad que necesitamos. Sin embargo, donde la Iglesia no ha hablado concluyentemente de un asunto, es recomendado decirlo, y evitar demasiada opinión personal. Aquellos que enseñamos no serán capaces de prevalecer a menos que los establezcamos en la verdad, ya que el Señor no confirmará nada más que la verdad.
La Escuela Dominical es un auxiliar poderoso en la Iglesia. Este disfruta del privilegio de comenzar su enseñanza con el más pequeño, y procediendo a cada etapa de crecimiento y desarrollo hasta el más anciano. Nadie es excluido. Antes decíamos que la Escuela Dominical influía a cada individuo “de la cuna a la tumba.” Enseñando a todos igualmente, aunque en varios niveles de entendimiento. Por tanto, re- asegurando al estudiante cuando él oye al pastor proclamando la misma doctrina desde el púlpito.
La Escuela Dominical es un instrumento de evangelización en la comunidad. No es inusual el que la gente asista a una escuela dominical que usualmente no asistiría a un servició entresemana. Si la administración de la escuela y la enseñanza del personal son conscientes del potencial, estas personas pueden ser pronto asistentes regulares en cada servicio. Podemos ver qué importante es para la Escuela Dominical el estar en su mejor cada domingo.
Puedo decir que la enseñanza de la Palabra es la parte más importante de la escuela. Sabemos, sin embargo, que no podemos enseñar a la gente hasta que los hagas llegar allí y ganemos su atención. Todo esto es una parte de la responsabilidad de la Escuela Dominical. Esto es una gran tarea. Y por lo general, aquellos que son responsables de realizarlo son aquellos que ya están muy muy ocupados.
Nuestras iglesias y la Escuela Dominical consiste de personas que sostienen trabajo en sus diario vivir. Si no fuera el hecho que ellos aman al Señor y son dedicados a Su servicio, ellos no querrían tomar muchos deberes ellos realiza en la Iglesia. Ellos deben ser reconocidos por estar dispuestos a servir. Y ellos son dignos de la cooperación de aquellos miembros que no son designados a sitios de responsabilidad de supervisor o de enseñanza. Aquellos que nunca han servido en estas capacidades no realizan el tiempo y el esfuerzo que se da a la operación de una Escuela dominical—o en cualquier otro departamento en la Iglesia, en realidad. Hay un peso en su corazón cuando aquellos que podrían venir y disfrutar de la escuela, o los servicios, parecen mostrar poco interés. Quizás podríamos todos beneficiarnos al examinar nuestras actitudes con respecto a esto.
No piensa usted que seria bueno si cada miembro se enfocara una Campaña de Engrandecimiento dé la Escuela Dominical con el propósito de renovar nuestro corazón, primero, y ser un asistente fiel a través del año, entonces así, hacer un esfuerzo especial y ayudar a edificar la Escuela Dominical. Esto no parece ser mucho que pedimos cuando es todo para nuestro bien y para la gloria de Dios. Recuerde, hay una hermosa promesa que va con todo lo que hacemos para El Señor:
Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado á su nombre, habiendo asistido y asistiendo aún á los santos.
Hebreos 6:10 (RVA)